Tienes aquí un texto, con algunas fotografías para que te vayas ambientando. Continúalo, teniendo en cuenta que es una historia que puede ser real o ficticia, pero que todo lo que escribas tiene que tener sentido, que debes cuidar la ortografía y que tienes que hacer el mayor esfuerzo posible para que lo que cuentes tenga interés para quien lo lea.
El responsable de los barcos que vigilan las costas de la Antártida, Pedro González, recibió ayer, en su despacho, un aviso que le dejó pegado: el iceberg mas grande de la Antártida se estaba derritiendo. Puso en marcha el sistema operativo previsto para situaciones de emergencia: cinco de sus más potentes barcos pusieron rumbo a la zona del siniestro.
El capitán del Getar, el joven Asier, el más intrépido y mejor formado de los marinos bajo su responsabilidad le comunicó que las olas azotaban duramente la cubierta de su barco, que feroces ballenas golpeaban el casco poniendo en peligro la misma nave, como si estuvieran enloquecidas por alguna razón que él desconocía.
Estaban ateridos de frío, sobre la masa de hielo que iba agrietándose a gran velocidad. Recogieron lo que pudieron, lo guardaron en sus mochilas, lanzaron los botes al mar y remaron hasta que les faltaron las fuerzas.
Cuando daban sus vidas por perdidas, el rotor de un helicóptero les volvió a despertar. Las lágrimas, los abrazos les hizo olvidar el olor a muerte que les había rondado los últimos segundos. Sara Uribe, la experta alpinista, les gritaba desde el helicóptero que resistieran, que todos volverían a casa.
12 de abril de 2011
